Esa misma es la convicción de Valentina Sabino y Pietro Cottone, dos investigadores italianos que han llevado a cabo un estudio en la universidad de Boston para averiguar el origen de los Trastornos Alimentarios Compulsivos (TACs) y los posibles tratamientos para su curación.
El resultado ha desvelado que este tipo de trastornos están causados por una hormona responsable de la ansiedad: la CRF. Además han identificado una molécula que podría «detener» esta hormona, evitando los atracones. Se entiende, así, que la ansiedad tiene una causa fisiológica.
Y aunque es formidable que investiguen una molécula inyectable para mejorar el estado de ánimo falta averiguar si este hallazgo es la clave para erradicar la ansiedad y si podrá estar a disposición de todos. Antes se tendrán que realizar innumerables estudios. De momento, sintiéndolo mucho, no nos sirve. Los casos de TACs se continuarán abordando con un equipo de profesionales sanitarios entres los que figura el dietista-nutricionista.
Un atracón de falsa información
Las personas que comen para calmar su ansia han de ser conscientes de la diferencia entre alimentos malsanos y sanos. Algo que todo el mundo cree tener claro, pero desgraciadamente, y como dijo el Dr. Carlos Sánchez Juan (especializado en endocrinología y nutrición y profesor del departamento de Medicina de la Universidad de Valencia) durante su intervención en el VI Congreso de la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas del 2014: “ni tan siquiera muchos médicos tienen el criterio suficiente para discernirlo”.
Y ¿qué hay de los alimentos promocionados con promesas para nuestras salud? ¿Nos podemos fiar de ellos?
Aquí nos topamos con la industria alimentaria, a mi modo de ver, la madre del cordero. Hace lo posible para confundirnos, bien con engañoso anuncios, bien creando productos con sustancias añadidas a las que se les atribuye funciones, la gran mayoría de ellas no aprobadas por el cuerpo científico, cerveza baja en grasa, agua light o pizzas sin cafeína. Sí, has leído bien. Ninguna de las cualidades que acompañan a esos alimentos tienen sentido, y aunque te parezcan chistosos los ejemplos anteriormente nombrados, te aseguro que no son muy distintos a la realidad.
Esta es una estrategia que la industria alimentaria ha inventado para hacernos creer que si consumimos sus “superalimentos” estamos cuidando nuestra salud. Pero lo cierto es que la alimentación saludable es mucho menos sofisticada, y sinó pregúntate cómo es posible que una anciana de 87 años que ha vivido toda su vida en un pueblo de montaña tenga un rendimiento cardiorespiratorio mejor que tu vecino informático de 38 años. ¿Será que la anciana toma más “actinel” o “danapen”? La respuesta es impepinable: No, de hecho, nunca en la vida los ha tomado.
Alimentación y emociones
Las frutas y verduras contienen antioxidantes en gran cantidad, nutrientes que presumen de protegernos contra ciertas enfermedades como los eventos cardiovasculares1 o el cáncer.
Y ¡eso no es todo! Gracias a una investigación de la Escuela de Salud Púbica de Harvard y un estudio de la Universidad de Warwick2, se sabe que el consumo de alimentos ricos en antioxidantes (no medicamentos ni suplementos) podrían afectar en nuestras emociones.
En el 2013 el equipo de Harvard se puso manos a la obra y evaluó los niveles de nueve antioxidantes en la sangre de 982 estadounidenses (hombres y mujeres) de 25 a 74 años. A los participantes se les extrajo sangre y respondieron un cuestionario sobre sus comportamientos en la vida cotidiana con el fin de mesurar el nivel de optimismo de cada sujeto.
Los resultados del estudio mostraron que las personas que comen menos de siete piezas de frutas y verduras al día son menos optimistas que los que comen más de siete.
Entre los antioxidantes evaluados incluyeron los carotenoides. El más conocido de ellos es el beta-caroteno, pigmento que encontramos en las frutas de color amarillento, anaranjado o rojizo, y en los vegetales, como la zanahoria, pimiento rojo, el moniato, el nabo, el perejil, las algas, los berros o el melón francés.
Así que no temas a enfermar, no temas suspender los exámenes, no temas a tu jefe, come más fruta y verdura, lleva un estilo de vida saludable y afrontarás con mejor humor las adversidades de tu día a día.
Así que adaptaremos la frase da Marie Curie para decir «EN LA VIDA NADA DEBE SER TEMIDO, SÓLO DEBES ESCOGER BIEN EL ALIMENTO INGERIDO».
Aviso: las recomendaciones de este artículo se dirigen a la población general y no están adaptadas a situaciones especiales. En caso de que se encuentre en una situación especial ha de seguir las recomendaciones específicas indicadas por un dietista-nutricionista especialista en su patología.
Bibliografía
1 Howard BV et al. Low-Fat Dietary Pattern and Risk of Cardiovascular Disease: The Women’s Health Initiative Randomized Controlled Dietary Modification Trial. JAMA. 2006; 295: 655-666.
2 National Bureau of Economic Research [base de datos]. Cambridge: Bulletin on Aging and Health; 2012 [fecha de acceso: 12 diciembre 2014]. Disponible en http://www.nber.org/papers/w18469
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